En muchas reuniones técnicas y comités de seguimiento se repite una frase: “esa aplicación ya está monitorizada”. Pero ¿realmente sabemos a qué nos referimos con eso? Tener datos de CPU o memoria puede parecer suficiente… hasta que un usuario llama porque no puede iniciar sesión y no lo vimos venir.
Este artículo propone una mirada práctica y realista sobre cómo entender si estamos observando nuestra aplicación de punta a punta, desde el backend hasta el frontal. Más que un listado técnico, lo que sigue es una reflexión útil para administradores, equipos de observabilidad y responsables de aplicaciones.
La monitorización empieza con el motor… pero no acaba ahí
Instalar el OneAgent y ver que los hosts están “en verde” es solo el primer paso. Sí, es importante saber si hay carga de CPU, si la memoria está en valores normales o si los procesos funcionan. Pero eso no nos dice nada sobre si la aplicación está cumpliendo su función.
Imagina que todo el entorno de servidores luce estable, pero un usuario intenta hacer una solicitud y no obtiene respuesta. El sistema parece estar bien, pero algo no está funcionando. Monitorizar el sistema no es suficiente si no monitorizamos la actividad de las aplicaciones y sus respuestas.
Aquí empieza la diferencia entre ver “que está encendido” y saber “que está funcionando bien”.
¿Está recibiendo tráfico tu backend?
Es muy común asumir que si un servicio aparece en Dynatrace, ya está operativo. Pero si no está recibiendo tráfico, podríamos estar ante un servicio fantasma: visible, pero sin utilidad en ese momento.
Comprobar el Request Count es una de las formas más directas de saber si una aplicación está viva. Si un servicio importante tiene tráfico cero durante horas laborables, eso es una alerta en sí misma. Puede haber caído una ruta, una dependencia o el balanceador no lo está enroutando.
También conviene identificar qué endpoints son clave y observarlos de forma individual. Para eso, Dynatrace permite marcar ciertos puntos como “Key Request” y seguir su actividad por separado. Esto es muy útil para rutas críticas como /login
, /validar
, /guardar
.
¿Y el frontal? ¿Quién lo está vigilando?
Aquí es donde muchas implementaciones se quedan cortas. Se tiene una buena visión del backend, pero nadie está observando lo que ocurre en el navegador del usuario. Ahí es donde entra en juego RUM (Real User Monitoring) y la monitorización sintética.
Activar RUM implica insertar un pequeño script que mide el tiempo de carga, los errores de JavaScript, los clics, los fallos en formularios… todo desde el punto de vista del usuario real. Es lo más cercano a “estar sentado al lado del usuario” mientras navega.
La monitorización sintética, por su parte, permite simular visitas a rutas clave de la aplicación (por ejemplo, la home, el login o un flujo de compra) desde varias ubicaciones geográficas. Ideal para detectar caídas o tiempos de respuesta elevados antes de que los usuarios lo noten.
En resumen: si no estás viendo cómo funciona la aplicación desde fuera, no estás viendo toda la película.
¿Ves la transacción completa o solo un trozo?
Una de las grandes ventajas de Dynatrace es su capacidad de trazar todo el recorrido de una solicitud: desde el clic en el navegador hasta la respuesta de la base de datos. Pero eso no ocurre automáticamente.
Para lograrlo, es necesario que estén bien definidos los servicios, que el tráfico esté siendo correctamente instrumentado y que los puntos clave estén trazados como “Key Requests” o acciones de usuario.
La visibilidad end-to-end no solo ayuda a detectar errores, sino a entender cuellos de botella. ¿Dónde se pierde el tiempo? ¿Qué parte del sistema añade más latencia? ¿Dónde falla cuando algo va mal? Esa es la diferencia entre ver “trazas” y tener observabilidad real.
Tener dashboards no es lo mismo que tener alertas
Una aplicación puede tener dashboards impecables, con gráficas de todo tipo, pero si nadie los revisa o si no hay alertas bien configuradas, los problemas seguirán ocurriendo sin que nadie los vea a tiempo.
El diseño de alertas debe cubrir no solo caídas absolutas, sino también degradaciones: que una transacción tarde más de lo normal, que aumenten los errores 5xx, que baje la disponibilidad de una ruta monitorizada…
También conviene activar alertas por inactividad: si un servicio crítico deja de recibir tráfico durante un horario operativo, es una señal clara de que algo no va bien.
Monitorizar bien es también saber cuándo intervenir, no solo registrar lo que pasa.
¿Realmente la estás viendo entera?
Monitorizar una aplicación no es simplemente instalar un agente y ver el estado de un servidor. Es entender si las partes funcionan bien juntas, si el usuario tiene una buena experiencia y si los datos fluyen correctamente de un extremo a otro.
La clave está en combinar infraestructura, servicios, trazas, frontend y alertas en un sistema coherente de observación. Solo así podrás afirmar con confianza que estás viendo la aplicación completa, y no solo una parte.